¿Una visita obligada? La cárcel del Fin del Mundo

 

Poner un pie en lo que alguna vez fue el presidio más inhóspito de Argentina es un imperdible de Ushuaia: actualmente funciona como museo y permite imaginar cómo era la vida de los reclusos más australes del planeta.   

La cárcel del Fin del Mundo es sin dudas el edificio más emblemático de la ciudad de Ushuaia y una visita obligada para quienes quieran imaginar cómo fue vivir allí: caminar por los pasillos estrechos, asomarse a las celdas, dar con pinturas y muebles realizados por los presos, las cartas que escribieron a sus familiares, y los grilletes originales que usaban para salir a trabajar.

Una invitación a atravesar las puertas del pabellón histórico, que se conserva tal cual, para dar un paso atrás en el tiempo.

La cárcel del Fin del Mundo: monumento histórico nacional

De 1902 a 1947, la cárcel del Fin del Mundo  fue una realidad con la firme intención de “poblar la región para asegurar la soberanía”. Una construcción que comenzó un 15 de septiembre y que concluyó en 1920, hasta su ocaso por razones humanitarias: así lo dispuso, el 21 de marzo de 1947, un decreto presidencial de Juan Domingo Perón. Las instalaciones fueron transferidas al Ministerio de Marina y en 1950 se estableció la Base Naval.

Monumento Histórico Nacional desde 1997, actualmente allí funciona el Museo Marítimo y del Presidio,  a pocas cuadras del centro de la ciudad y con apertura diaria de 10 a 20 horas. Puede repasarse la historia de los condenados más peligrosos del país, que no sólo se topaban con un clima desolador sino con la obligación de trabajar en la construcción del propio penal en el que vivirían.

Para 1920 la cárcel contaba con cinco pabellones de 79 celdas exteriores cada uno, pero llegó a albergar a más de 600 penados. ¿Quiénes fueron aquellos que alcanzaron mayor notoriedad? El múltiple homicida Mateo Banks, al que llamaban “el místico”, Cayetano Santos Godino -tristemente conocido como “el petiso orejudo”-, y el anarquista Simón Radowitsky.

A puro trabajo en la cárcel del Fin del Mundo 

Cuando llegaban al lugar, los reclusos recibían las  únicas pertenencias  que tendrían durante su encierro:

  • un traje a rayas negras y amarillas para trabajar.
  • un traje para los días festivos.
  • un colchón con 10 kilos de lana lavada.
  • cuatro sábanas.
  • dos calzoncillos.
  • cubiertos.
  • útiles escolares.
  • un metro.

El régimen aplicado se basó en un régimen laboral retribuido, enseñanza escolar de nivel primario y una severa disciplina.  El penal tuvo 30 sectores de trabajo, con talleres instalados que no solo atendieron las necesidades del establecimiento, sino que prestaron servicios a toda la ciudad (imprenta, teléfono, electricidad y bomberos, entre otros).

Fuera de la cárcel, los penados se emplearon en trabajos como la construcción de calles, puentes, edificios y la explotación forestal. Así fue como se estableció el ferrocarril más austral del mundo, en 1910: llegó a tener una extensión de 25 kilómetros, con un recorrido que pasaba por la calle Maipú, el campamento Monte Susana y dos ramales que se dirigían hacia lo que hoy es el Parque Nacional.

La fría cárcel del Fin del Mundo

Sólo con recorrer los rincones del espacio uno percibe el frio penetrante de esas latitudes. Por esa razón cualquier cosa era mejor que quedarse encerrado en las celdas: de hecho, uno de los castigos era la prohibición de trabajar, con una dieta de pan y agua, y las ventanas tapadas. Y como si fuera poco, a veces los mojaban y los dejaban encerrados en la oscuridad, o los hacían desfilar a medianoche entre dos filas de guardias armados con porras y palos.

Sin ir más lejos, el  54% de los presos estaba enfermo. En la década del ’30, los habitantes de Ushuaia veían pasar un ataúd una o dos veces por semana camino al cementerio.

Desde Cauquenes hacia la cárcel del Fin del Mundo 

La ciudad de Ushuaia se encuentra a solo cuatro kilómetros de Los Cauquenes,  desde dónde se puede organizar una visita no sólo al presidio sino una recorrida por todos los puntos panorámicos y barrios tradicionales. Un  guía del hotel* acompañará la salida y compartirá la historia del lugar, su creación, sus naufragios y la información acerca de los mejores sitios para hacer compras y degustar la gastronomía local. 

*para más información con respecto al museo del presidio contactar a experienciaaustral@loscauquenes.com 

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